miércoles, 17 de febrero de 2010

Pastel de chocolate


¿Quién puede resistirse a un esponjoso y oloroso pastel de chocolate?

Aquí el secreto para la mejor receta…
El secreto es que aquí lo menos importante es el cacao.

1º Ponga en un bol (esas cosas redondas huecas que hay en toda cocina), un poco de harina, margarina y suspiros (no demasiados para que no quede pasado a melancolía) y mezcle vigorosamente.

2º Poco a poco añada un par de huevos (ojalá de pavo real, especialmente si no ha sido sujeto de atención últimamente).

3º Agregue unos litros de sonrisas (nunca son demasiadas), pero no compre de las baratas, de esas que después se vuelven risas estrepitosas. Este punto es muy importante, porque no hay nada peor que una carcajada falsa para ahuyentar a cualquiera.

4º Ponga un poco de cacao, si es invierno necesitará duplicar la dosis.

5º Deje reposar la masa envuelta en un paño limpio adornado con caricias (sin volverse empalagosa).

6º Asegúrese de que el horno esté bien caliente antes de poner la mezcla, no vaya a ser cosa de que se le desmorone todo por apurona…

7º Espolvoree con una pizca de duda… para hacer todo más emocionante.

Al servir no se olvide de presentarlo con una taza calientita de buenos deseos.

domingo, 14 de febrero de 2010

14 de febrero… Día de San Valentín… el día de los enamorados… bla, bla, bla…


Recuerdo que cuando era más pequeña (hablamos de la época colegial) esta era una fecha “complicada” por decir lo menos. Nunca estuve “aparejada” para estas fechas… pero siempre existía el “enamorado de turno” con el que soñar. Porque en esas me la llevaba, en soñar, soñar todo el día con que en algún momento llegaría un lindo ramo de flores o, por lo menos, una tarjetita diciendo que yo le gustaba. ¿Puede alguien culparme por eso? Si es lo único que conocía, es lo que pasaba en las películas y de lo que todos hablaban… Por otro lado, era un día de temor, pasaba el día con miedo a que mi eterno seguidor sacara fuerzas de la nada para decidir ese día confesar sus sentimientos (que de secreto no tenían nada)… y yo que no tenía idea de cómo se decía “no”… En fin, un suplicio por donde se mirara…

Ya en la Uni, tuve oportunidad de tener mi primer día acompañadita… con pololo oficial… de esos que van a la casa y hasta tu perro lo conoce…, pero como nada era seguro y estaba en una cuerda floja todos los días (un poco difícil de explicar ahora)… terminamos quedándonos en casa viendo una peli… ¿lindo?... no lo sé… aún las comedias románticas estaban muy afiatadas a mi imaginación y esperaba algo más.
Luego empecé una nueva relación, pero entre los “ires y venires” a los que nos acostumbramos (y de los que ya muchos bromean), tocó que casi siempre terminábamos antes de esa fecha… En fin, el primer año que estuvimos juntitos fue en verdad bueno... pero esperen, acabo de recordar que él terminó enojado no sé por qué cosa y se fue a acostar temprano… (buhhhh).
Un año después estaba haciendo las PAA y tenía turno, pero ese día dijo que estaba enfermo y se quedó conmigo todo el día en la casita :) (aquí mejoró la cosa…).
Hoy estoy solita en casa, él está de turno… pero no estoy triste. Después de tantos años y tantas experiencias fallidas he entendido (o decidido creer) que es un día más. Y no es que sea una desilusionada… es que hoy cobra sentido eso de que es un día más y que todos los días pueden ser días de los enamorados cuando de verdad se quiere.
¿Por qué hay que hacer algo especial?… y si tu niño está en turno de 24 hrs, ¿por qué no simplemente olvidarse de la fecha y pensar que es un buen día para no levantarse ni salir de la casa?... Igual podré dormir abrazadita a él el lunes y martes y miércoles…

Además, reto a alguien a que me diga que tuvo su día de San Valentín “de película” y que no se sintió como actuando en una obra de teatro.

Que no se malentienda mi post... sigo siendo una romántica empedernida, sigo corriendo la maratón después de que me rompen el corazón, sigo exponiendo mis heridas cuando apenas empiezan a cicatrizar... pero hoy es 14 de febrero y mi amorcito está de turno...

PD: TAMAL, TEMPDB

jueves, 4 de febrero de 2010

Yo también soy paciente.


Me dolía la cabecita, y las patitas, y mi espaldita... (post turno que se extendió hasta 34 horas). En mi velador había una cajita milagrosa que prometía hacerme olvidar todos mis dolores (¡benditos AINEs!). Dentro de esta había un papelito que decía en su encabezado: "Información al paciente".
Paciente... Paciente esperando que esa pastillita te quite el dolor de tantas horas sin sentarte, que te quite las ganas de devolver lo que acabas de ingerir y hasta (en una de esas) que te de nuevas de vivir.
Paciente... Soy paciente a diario. Todos los días algo duele, algo entristece o algo nos da ganas de vomitar (muchas veces para mi gusto). Y aunque casi siempre los síntomas se suprimen con un heladito o un abrazo rico, hay veces en que no se puede evitar reconocer que necesitamos un comprimido, jarabe o hasta una ampolla.

La verdad es que me carga ser paciente, no me gusta ir al doctor.