domingo, 11 de junio de 2006

15 años después...
(Aún duele...)

Durmió la tarde y la luna se adueñó del infinito...
Todo se volvió un remolino de pensamientos cuando lo vio acercarse lentamente y detenerse a unos pasos de ella, los recuerdos se apropiaron del presente y dominaron desde los ojos hasta el corazón. Lo veía tan claro como hacia 15 años atrás, escuchaba sus palabras, sentía su abrazo, lo estaba amando con la misma fuerza de antaño...y también sufría con la misma intensidad. Le había tomado demasiado tiempo opacar ese dolor y ahora, de un segundo a otro, sin ninguna precaución, volvía a apoderarse de su ser.
¿Por qué tenía que volver?...¿Por qué estaba ahí parado diciéndole con los ojos que aún la amaba?...las cosas son muy diferentes para quien se va y para quien espera...
Cuando te quedas sólo con una promesa de una pronta vuelta debes tomar una decisión: esperar, llenando de lágrimas un amor inocente; o, cerrar y abrir rápidamente los ojos y convencerse de que fue sólo un lindo sueño.
En ese tiempo era una niña, no tenía las fuerzas necesarias para confiar, porque cuesta, ¡por Dios que cuesta confiar cuando todo a tu alrededor se vuelve gris!, cuando vives escarbando entre las miradas de la gente buscando una que se parezca a aquella que un día te dejó desnuda con el alma en las manos.
¿Qué esperaba de ella? No correría a sus brazos, no esta vez...
Y él lo comprendió, no insistió. Sólo quería verla una vez más, sólo necesitaba perderse una vez más entre sus ojos de mar para gritarle al mundo que había conocido la dicha. Sólo eso le bastaba...
En ese momento sólo existían ellos y la ciudad dormida. Pero el silencio ya no era suficiente para sostener sus miradas y ambos lo entendieron. El vuelo de un zorzal fue el aliciente para la despedida.
... “¿Ves como sigue cantando aun cuando el sol ya no está?”, dijo él.
... y ella respondió: “¿Ves que no tiene quién cante con él?, ¿ves que su canto es su llanto?”

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